Por Ángel Segura
Las compañías tradicionales de deporte, no eran las únicas que capitalizaban el interés creciente del público general por las zapatillas deportivas. En 1984 una Gucci en decadencia, dirigida por Mauricio Gucci, se disponía a ser la primera marca de alta costura que se introducía en el mundo de las sneakers, y lo hacían con una zapatilla de tenis fabricada en Italia con las míticas rayas verdes y rojas de Gucci y el logo de la marca italiana en el talón y la lengüeta.
Fueron los primeros y, quizás, es uno de los pocos éxitos que se le pueden atribuir al bueno de Maurizio, que en 1988 se vio obligado a vender parte de la empresa familiar por su mala gestión al frente de ésta.
Doce años más tarde, Prada evoluciona el concepto de zapatilla fabricada por una marca de alta costura, originalmente diseñadas para el equipo de vela Luna Rossa para que los utilizaran en la Copa América -la de vela, no la de futbol- las PS0906 dieron prioridad a la estética sobre la funcionalidad deportiva, Prada estaba utilizando las zapatillas como una expresión de estilo y no como herramientas funcionales para la practica deportiva.
El año 2002 marcó un antes y después en la relación entre las marcas deportivas y las de alta costura, adidas se asoció con los diseñadores Yohji Yamamoto -de aquí salió, la actual Y3- y Jeremy Scott. Quiso que cada uno de los diseñadores reinterpretara dos modelos anteriores de la marca, logrando así fusionar la alta costura con la cultura sneaker, desconocida para muchos asiduos a las pasarelas. El resultado fueron dos zapatillas que conservaban la funcionalidad y la forma de las originales, pero seguían siendo fieles a la estética distintiva de los diseñadores. El sentido arquitectónico y visión de futuro de Yamamoto, y el humor y la extravagancia de Scott. El éxito fue tal que, a día de hoy, ambos siguen colaborando con la marca alemana.
La vieja guardia de la moda todavía tenía algo que decir ante el boom de esta nueva cultura emergente, internet, y el auge de las estrellas del hip-hop y los atletas de elite. Se fraguaba una nueva generación que desafiaba las nociones convencionales del éxito y los códigos de vestimenta asociados a este. Para abastecer a esta nueva corte, las casas de moda tradicionales como Lanvin, lanzaron zapatillas de deporte aportando su elegancia y artesanía obtenida a lo largo de los años.
En el año 2009, Louis Vuitton llevó el mundo de las colaboraciones a otro nivel, cuando unió fuerzas con el icono del rap Kanye West. Louis Vuitton, en lugar de crear su propia zapatilla y contratar a West para que protagonizara la campaña, la casa de moda parisina colaboró con él en tres pares, West participó activamente en la creación de los tres modelos y la colección se agotó casi al momento, a pesar de que los modelos superaban los 1000€.
Las sneakers habían llegado para quedarse y eran el nuevo must entre los fanáticos de la alta costura, de eso no había ninguna duda, en 2011 el diseñador de moda femenina Christian Louboutin -conocido por sus zapatos de tacón- lanzó su primera colección masculina donde la joya de la colección eran los Roller-Boat, unos mocasines con infinidad de tachuelas en su parte superior donde no faltaba la distinguible suela roja marca del diseñador. Las sneakers habían conseguido que una marca tan sumamente identificada con las mujeres, fuera bien acogida por los hombres, sin poner en duda su masculinidad.
Hoy día, la historia no es muy diferente respecto al 2002, donde las colaboraciones junto a estrellas del hip-hop siguen agotándose al momento y las marcas deportivas buscan -y encuentran- a los diseñadores de alta costura.