No soy muy partidario de las colaboraciones.
Pero las Converse Chuck II de Futura puede que sean lo mejor que me ha pasado en los últimos meses. Me explico.
1. Debo tener una vida muy triste cuando lo mejor de mi vida son unas zapatillas. Aunque sean de Futura.
2. Por fin le encuentro sentido a una colaboración. El señor Futura no se caracteriza por su fidelidad (al menos en cuanto a marcas, no le conozco TAN íntimamente). Ha trabajado para Nike, Vans, Supreme, The North Face, Levi´s o Bape. Sin embargo, en los últimos 5 años solo se le ha visto calzando Converse. Ofrecerle a él una colaboración con Converse es como ofrecerle a Homer una colaboración para unos donuts.
3. Futura no se ha contentado con colocar un par de logos y elegir colores. Ha buscado un material técnico, lona engomada antidesgarros. A todo eso hay que añadirle la mediasuela de Lunarlon que le ha cedido amablemente su marca-madre Nike. Nos está gritando ¡eh, esto no es para colocarla en una vitrina! ¡Úsala!
4. Es correctamente respetuosa con la Chuck original, dejando su nombre. Bueno, esto tiene truco porque legalmente, cada Converse Chuck Taylor debe tener su firma, pero al menos ha jugado con crear parches que puedan ocultarlo. Respeto sí, pero no tanto.
5. No nos cuentan historias. Es una zapatilla con mil detalles, pero no intentan contarnos que Futura se inspiró en una puesta de sol en las Bahamas.
6. No tenía fecha de lanzamiento. El precio es casi el mismo que la edición normal de unas Chuck II y vienen con dos mediasuelas distintas y dos cordones. No la encontrarás en cada tienda, pero si buscas un poco la puedes encontrar, así que no es una de esas ediciones limitadas por las que tienes que dormir en la calle.